El azar acotado

Texto del catálogo

“A través de los colores puede existir la exaltación de  recuerdos,  recreación de situaciones, sensaciones y emociones, ya que nos pesa la memoria”. 

En estas obras se abstraen aquellos elementos, manchas, colores, superficies, texturas y líneas, que componen parcelas emotivas y evocadoras, a lo largo de nuestra existencia como habitantes de espacios. Esta selección se realiza mediante la memoria y las emociones, mecanismos éstos prodigiosos para la composición artística. No sólo se pretende recrear los objetos o manchas, sino ver a través de ellos, en un intento de llegar a su esencia espiritual, desvelando la forma limpia y pura de lo que se mira y se recrea, como citaba Mallarmé “pintar no la cosa, sino el efecto que produce.” 

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Con una expresividad abstracta, ligada a lo que podríamos denominar visión interna. El paisaje parece asomarse y expandirse a partir de esos pequeños campos de color, por los que nos adentramos en un afanoso esfuerzo por poseerlo con la mirada y la memoria. Al final, la única vía de representación razonable la proporciona el fragmento, la porción que recrea ese todo inabarcable, ¿acaso no actúa así el Arte con la Naturaleza?

Geometría y color para transmitir una “experiencia espacial” de orden intimista, con una calidez concentrada, medida y cercana entre el interior y el exterior que conforman no sólo el hábitat sino también al ser humano. El espacio vivido queda reflejado en la memoria, a disposición de la recreación plástica y artística.

Se recurre con frecuencia a la esfera, figura que siempre ha estado ligada a la movilidad, ya que es una forma dinámica, símbolo del eterno cambio y eterno descanso (frente a la fría racionalidad del cubo); a la esfera se la vincula con lo cósmico, lo espiritual, lo secreto, lo femenino, lo materno, lo luminoso, la simetría, con el azul, la perfección, el tiempo, el  alejamiento, la globalidad de la psique (con el yo, mismo), la ambivalencia, la bisexualidad como una experiencia orgánica, cálida y de las fuerzas irracionales.

Con todo esto, creamos espacios para existir, donde estemos a salvo de todo y de todos, menos de nosotros mismos; nos inventamos posibles paisajes donde deambular y donde sea factible el reposo de nuestro espíritu; si se alcanza, nos aproximamos al arte.

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